Ya se ve que para comunicarse no se necesitan
palabras, sino que se necesita afecto y que haya un clima de confianza y, ¿como
conseguimos este clima?.. Podemos reflexionarlo, puesto que se hace muy difícil
recibir la confianza de nuestros hijos si no hacemos un esfuerzo para ser
acogedores y estar tranquilos y de buen humor a la hora de comunicarnos. Es
imprescindible comprender a nuestros hijos; saber intuir qué les
preocupa, qué nos quieren decir o qué necesitan. La base de la comunicación, es amar, interesarse por sus cosas y ayudar a que ellos solos vayan resolviendo sus dificultades. Cuando hay confianza se actúa con calma, no se improvisa y se da paz.
preocupa, qué nos quieren decir o qué necesitan. La base de la comunicación, es amar, interesarse por sus cosas y ayudar a que ellos solos vayan resolviendo sus dificultades. Cuando hay confianza se actúa con calma, no se improvisa y se da paz.
La mayoría de problemas del día a día de la convivencia familiar se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena comunicación con nuestros
hijos. Hay muchas formas de hacerlo. Se puede hacer con un gesto, se puede
hacer con una mirada de complicidad, se puede hacer con la palabra, escuchando
música, leyendo, haciendo deporte...También nos podemos comunicar
silenciosamente. Sólo contemplando unos padres junto a la cama de un hijo
enfermo, mimándolo o dándole la mano vemos el máximo de comunicación. El
silencio se hace necesario por el reposo de su hijo, pero la comunicación no
falta.
Hay muchas virtudes que pueden ser útiles para ayudar a la
comunicación, con el clima de confianza adecuado, que favorece el diálogo, base
de la comunicación, pero yo destacaría dos: la sinceridad y la discreción.
Nuestra sinceridad tiene que ser
ejemplar, la verdad tiene que ser objetiva, clara. Por ejemplo, si nos
equivoquemos, pedimos perdón y lo reconocemos; esto es más educativo para el
hijo que muchos sermones y consejos repetitivos. A veces los hijos no son lo
suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen miedo de que
tengamos una reacción desmesuradamente enfadada con lo que nos dicen.
Sobre todo en la adolescencia
tenemos que ser pacientes y estar preparados para que nos expliquen lo más
impensable sin perder los nervios. Lo que es más importante siempre es que los
hijos nos digan la verdad, aunque del susto recibido nos quedáramos sin
aliento. Con todos los datos reales del problema, no nos equivocaremos a la
hora de buscar soluciones juntos y reforzaremos la confianza mutua.
2. La discreción; hoy, más que nunca, se
hace evidente que los padres debemos profundizar en esta virtud, que no es
frecuente en el ambiente actual. En el Diccionario General de la Lengua
Catalana de Pompeu Fabra, encontramos esta definición de discreción: ´´reserva
en las acciones y en las palabras, reserva del que no hace sino aquello que
conviene hecer, de quien no dice sino aquello que conviene decir, que sabe
callar aquello que le ha estado confiado.
Con la virtud de la discreción nace el discernimiento, para
saber cuando es prudente preguntar, o cuando hace falta esperar para hacerlo,
puesto que hace falta respetar la intimidad del hijo y tener paciencia para
recibir la confidencia. También distinguir el momento en que es conveniente dar
el consejo oportuno. Pienso que cuando un niño pequeño tiene una pataleta,
¿verdad que es muy difícil corregirlo sí nos ponemos a gritar como él y
perdemos los nervios? Con los hijos mayores tenemos que hacer lo mismo, es
sencillamente pasar por alto el momento de ofuscación y buscar el tiempo para
dialogar con calma y serenidad. Una persona discreta no impone, no coacciona
sino que observa y ayuda a mejorar reconociendo que ella también tiene
defectos; por lo tanto, no se sobresalta por nada, y, con esta comprensión
anima a su hijo a la sinceridad.
CONSEJOS PARA MEJORAR LA
COMUNICACIÓN CON LOS HIJOS
1. Escucha lo que dice tu hijo o hija, déjale terminar: Dejar
que tu hijo hable, que diga lo que piensa o siente, es muy beneficioso para el
buen funcionamiento de la familia y para su bienestar. Si no dejas que termine
lo que quiere decirte y lo interrumpes porque piensas “ya sé lo que me va a
decir”, nunca sabrás qué ideas tiene ni cómo se siente.
2. No critiques, no juzgues, no culpabilices: No eres un
juez. Si te dedicas a sancionar su conducta de forma constante estás poniendo
una barrera entre tu hijo y tú. Si está enfadado y te grita, puedes corregir su
comportamiento con algo como: “ya veo que estás enfadado y me parece normal,
pero si no me gritas me enteraré mejor. Cuando te calmes podremos seguir
hablando”.
3. No des lecciones: Tendemos a decir a nuestros hijos lo que
deben hacer. Es mucho más útil y beneficioso que les enseñes a buscar
soluciones, que razones con tus hijos las ventajas e inconvenientes de cada
posibilidad.
4. Dale importancia a lo que te dice: A veces lo vemos
preocupado por un asunto que para nosotros no tiene la menor importancia y
podemos pensar:“no son más que tonterías, cuando sea grande se dará cuenta
...”. Si cuenta contigo para hablar de sus cosas, valóralo. Si no le das
importancia a lo que quiere contarte, puede que en el futuro deje de hablarte
de ello.
5. Enséñale a comunicar sus sentimientos: No es suficiente
preguntarle qué ha hecho sino también cómo se ha sentido. Puedes ayudarle a que
entienda qué siente preguntándole “¿estás enfadado o triste?” o diciéndole “yo
estoy orgulloso ¿y tú?”. Todos tenemos que aprender a expresar nuestros
sentimientos y tú puedes ayudar a tu hijo a ello.
6. Controla tus impulsos: Puede ocurrir que te cuente que ha
hecho cosas que no te gustan (por ejemplo, que ha faltado a una hora de clase
porque no tenía ganas de ir). En esos casos no te dejes llevar por los nervios;
si reaccionas de forma impulsiva y no razonas con él, puede que la próxima vez
no confíe en ti y no te lo cuente. Evita los gritos, las amenazas, ordenarle lo
que tiene que hacer. Cuando estés más sereno habla con él y explícale qué es lo
que no te gusta.
7. Ya no es un niño: No lo olvides, se está convirtiendo en
adulto, si lo tratas como tu niño pequeño se sentirá avergonzado, más aún delante
de sus amigos y amigas. Evita criticarlo, darle lecciones, invadir su espacio
personal en todo momento, especialmente cuando esté con su pandilla.
LA COMUNICACIÓN CON LOS HIJOS EN LA ADOLESCENCIA
Durante los años de la
adolescencia, la comunicación entre padres e hijos se hace más difícil, incluso
en
aquellas familias en las que existía una buena relación durante la infancia. Son frecuentes las quejas de padres y madres por la dificultad que tienen para dialogar con sus hijos. Esta mayor dificultad en la comunicación es debida a la aparición de una serie de barreras de las que son responsables tanto los padres como los hijos. Por una parte, las reservas del adolescente para hablar con sus padres son debidas a su necesidad de mantener la privacidad sobre sus asuntos personales.
aquellas familias en las que existía una buena relación durante la infancia. Son frecuentes las quejas de padres y madres por la dificultad que tienen para dialogar con sus hijos. Esta mayor dificultad en la comunicación es debida a la aparición de una serie de barreras de las que son responsables tanto los padres como los hijos. Por una parte, las reservas del adolescente para hablar con sus padres son debidas a su necesidad de mantener la privacidad sobre sus asuntos personales.
Con demasiada frecuencia, los
mensajes de los padres están cargados de críticas y continuas referencias a los
errores cometidos por sus hijos, aspectos que hay que intentar evitar para
conseguir una comunicación más positiva. Por otro lado, aunque son muchos los
temas que interesan y preocupan a los adolescentes, precisamente son estos
temas los que suelen pasar a un segundo plano en la comunicación familiar, más
centrada en cuestiones como las tareas del hogar, el mundo académico o la forma
de vestir del joven, que a menudo pueden acabar en discusiones y conflictos.
Tienes Razon en todo lo que dises Referente a la comfiansa que le des a tus hijos ,sobrinos amigos ,etc .si tu no los escuchas alguien mas lo hara y no les dara un buen consejo como el que tu le puedas dar y igual cometen errores como los cometistes tu en tu adolesencia .
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